Las macilentas sombras de las antorchas de la pared titilan. Sonëriel, canalizando su poder élfico restante, consigue preservar los miembros amputados mediante un conjuro, aunque todo parece perdido, pues no hay escapatoria, estando todos heridos y sin armas.
Luces que parpadean, sombras que se alargan. << Elen síla lúmenn´ - Auta i lóme! >> y de pronto aparece delante de ellos Päriel entre un hechizo de sombras, acompañada de Dwalin II de Aglarond y Eärnil un guerrero elfo de Lindon, al rescate. " Me ha costado mucho encontraros, ¡¡ apenas he podido seguir vuestro rastro !! agradeced los conocimientos de cuevas a Dwalin , quien se ha prestado a acompañarme en esta misión suicida..... ¡ aprisa ! hemos de salir de aquí.... caminaremos entre las sombras y penumbras sin ser vistos, aunque ls oscuridad que se cierne sobre la Tierra Media en estos momentos no será ajena a nuestros movimientos....
Así escaparon de Gundabad, heridos y amilanados, con la espada Aeglin perdida, junto con el resto, y habiendo fallado la misión.
- " Bueno, he hecho todo lo posible. En unas semanas vuestras heridas habrán sanado, aunque os quedarán secuelas. Siento no ser tan diestro en el ancestral arte de la curación, como mi padre"- pronunciaba Elrohir, hijo de Elrond. "aunque si no hubiese sido por el sortilegio de preservación de Sonëriel, todo hubiese sido inútil".
El grupo descansa y recupera sus heridas ( aunque no su moral ), en una abandonada torre-vigía de los Páramos Fríos, al norte de Rhudaur, colindante con las montañas nubladas de camino a Gundabad. " es curioso, las edades pasan y estas antiguas fortalezas humanas parecen atestigüar, con su progresivo derrumbamiento, el devenir continuo al que los hombres os estáis enfrentando continuamente, Alawor." El fuego crepita al fondo de la sala circular, donde su alto techo medio derruido deja pasar el viento de los páramos. Elrohir se muestra pensativo; tras unos minutos en silencio, se da la vuelta.- No hay otra opción. debéis intentarlo de nuevo. Tras la partida de mi padre, somos muy pocos. mi Señor Glorfindel se ha hecho cargo del gobierno de Imladris desde los inicios de la Cuarta Edad, y no son pocos los asuntos que nos atañen desde los últimos 92 años, desde que la nueva sombra aparece. Mi señor Glorfindel se encuentra ausente de Rivendel ahora, por lo que no podemos consultarle. Päriel y yo no tenemos aún la certeza absoluta sobre los planes del enemigo, aunque todo parece indicar que un acontecimiento que no se mostraba desde las primeras edades del sol, se muestra ahora. Creemos que tiene algo que ver con los antiguos señores, mis ancestros, con un poder inimaginable, proveniente de las estrellas, luces del principio de los tiempos de Amán y Arda. Un poder superior al de los anillos de Poder de la tercera Edad. Debido a que no conocemos todos los detalles, mi señor Glorfindel ha partido en busca de información, aunque desconocemos su paradero. - Elrohir se da la vuelta y sonríe - " claro, tampoco me lo ha dicho, o de otro modo hubiese partido con él, sin duda alguna." - " Escuchar todos. No debemos hablar de ello ahora, puesto que los poderes son tan grandes y los espías tan numerosos, que el mero hecho de una mención hacia algo tan poderoso pudiese acelerar aún más el desencadenante. Creemos que tiene algún tipo de conexión con los sucesos del Sur. Gondor está en conflicto con las regiones meridionales. El Rey Eldarion tiene sus propios problemas, y no puede preocuparse de Arnor. Es a vosotros, Alawor, los supervivientes de la renacida Arthedain, los que os corresponde defender el norte. Yo no puedo hacer mucho más. Debéis encontrar la manera de alcanzar Cárn Num, pues parece que todo proviene de ahí. No será fácil, puesto que aunque el rey brujo de Angmar fue derrotado, desde las últimas décadas han aparecido unas criaturas de las sombras - guerreros de la oscuridad atemporal, los Gurûknath. Päriel y yo hemos hablado sobre ello, y todo parece indicar que tienen mucha similitud con los Názgul, aunque su naturaleza intrínseca y primigenia proviene de una oscuridad aún más profunda que la de Sauron el maia.
Así escaparon de Gundabad, heridos y amilanados, con la espada Aeglin perdida, junto con el resto, y habiendo fallado la misión.
- " Bueno, he hecho todo lo posible. En unas semanas vuestras heridas habrán sanado, aunque os quedarán secuelas. Siento no ser tan diestro en el ancestral arte de la curación, como mi padre"- pronunciaba Elrohir, hijo de Elrond. "aunque si no hubiese sido por el sortilegio de preservación de Sonëriel, todo hubiese sido inútil".
El grupo descansa y recupera sus heridas ( aunque no su moral ), en una abandonada torre-vigía de los Páramos Fríos, al norte de Rhudaur, colindante con las montañas nubladas de camino a Gundabad. " es curioso, las edades pasan y estas antiguas fortalezas humanas parecen atestigüar, con su progresivo derrumbamiento, el devenir continuo al que los hombres os estáis enfrentando continuamente, Alawor." El fuego crepita al fondo de la sala circular, donde su alto techo medio derruido deja pasar el viento de los páramos. Elrohir se muestra pensativo; tras unos minutos en silencio, se da la vuelta.- No hay otra opción. debéis intentarlo de nuevo. Tras la partida de mi padre, somos muy pocos. mi Señor Glorfindel se ha hecho cargo del gobierno de Imladris desde los inicios de la Cuarta Edad, y no son pocos los asuntos que nos atañen desde los últimos 92 años, desde que la nueva sombra aparece. Mi señor Glorfindel se encuentra ausente de Rivendel ahora, por lo que no podemos consultarle. Päriel y yo no tenemos aún la certeza absoluta sobre los planes del enemigo, aunque todo parece indicar que un acontecimiento que no se mostraba desde las primeras edades del sol, se muestra ahora. Creemos que tiene algo que ver con los antiguos señores, mis ancestros, con un poder inimaginable, proveniente de las estrellas, luces del principio de los tiempos de Amán y Arda. Un poder superior al de los anillos de Poder de la tercera Edad. Debido a que no conocemos todos los detalles, mi señor Glorfindel ha partido en busca de información, aunque desconocemos su paradero. - Elrohir se da la vuelta y sonríe - " claro, tampoco me lo ha dicho, o de otro modo hubiese partido con él, sin duda alguna." - " Escuchar todos. No debemos hablar de ello ahora, puesto que los poderes son tan grandes y los espías tan numerosos, que el mero hecho de una mención hacia algo tan poderoso pudiese acelerar aún más el desencadenante. Creemos que tiene algún tipo de conexión con los sucesos del Sur. Gondor está en conflicto con las regiones meridionales. El Rey Eldarion tiene sus propios problemas, y no puede preocuparse de Arnor. Es a vosotros, Alawor, los supervivientes de la renacida Arthedain, los que os corresponde defender el norte. Yo no puedo hacer mucho más. Debéis encontrar la manera de alcanzar Cárn Num, pues parece que todo proviene de ahí. No será fácil, puesto que aunque el rey brujo de Angmar fue derrotado, desde las últimas décadas han aparecido unas criaturas de las sombras - guerreros de la oscuridad atemporal, los Gurûknath. Päriel y yo hemos hablado sobre ello, y todo parece indicar que tienen mucha similitud con los Názgul, aunque su naturaleza intrínseca y primigenia proviene de una oscuridad aún más profunda que la de Sauron el maia.
Elrohir |
Todo son conjeturas, pero debemos apresurarnos. Sólo conociendo el plan enemigo podremos hacer frente, ya que las oleadas sobre Eriador parecen ser continuas. Tenéis que lograrlo, por el rey, por todo el norte, y por el devenir de todos nosotros.
" ¡¡ Partid ya !!- apresuraos.
El grupo decide volver siguiendo sus primeros pasos, ante todo para recuperar sus armas ( esta vez, mejor acompañados ). Varios días después, planeando el viaje, consiguen hallar de nuevo la entrada a la Cima Hundida, y adentrarse en las cámaras de los oficiales. Esta vez deciden hacerlo bien. Rastrean la zona, hasta encontrar una docena de Uruks alardeando delante de Karatog su botín de guerra. En la pasarela principal, deciden montar una emboscada. Tienden dos trampas, al tiempo que vierten óleo sobre las salidas. Päriel musita las palabras élficas del fuego: << Naur Keleg Úr >> y de las palmas de sus manos salen esferas de fuego y rayos ígneos, mientras el resto dispara flechas hacia los oficiales. Alawor desenvaina y carga contra el comandante Uruk, furioso porque lo ve juguetear con su espada Aedrin. la contienda es feroz, ya la venganza más dulce aún.
El grupo recupera sus armas, y a continuación corren raudos hacia una posible salida. Tras muchos metros de caverna y gruta, siendo perseguidos por medio centenar de orcos, encuentran otro corredor, donde al fondo se encuentra una luz. -" ¡¡ aprisa !! " - sin embargo, no es exactamente una salida, sino.. la Arena de Gundabad.. un lugar donde se distraen y dan rienda suelta a sus perversiones violentas los moradores de la montaña. Una enorme área circular rodea el espacio, donde varios portones de madera aguardan una sorpresa: estúpidos trolls de las cavernas que usan para sus juegos. varios de ellos, al escuchar todo el tumulto, se enfurecen y son liberados, cargando en todas direcciones aunque la mayoría contra el grupo. Están rodeados y desde la altura les apuntan varias ballestas. El grupo decide probar suerte con escarpias y cuerda y subir por la pared hacia las gradas, aunque Dwalin no consigue escalar a tiempo y cae, siendo rodeado y golpeado varias veces, aunque sin heridas graves. Yiuru entonces se desliza de nuevo y tira del enano. tras varios intentos, con la carga de los trolls detrás y bajo una lluvia de virotes, consiguen subir a las gradas, mientras Päriel usa un sortilegio en el aire que lo vuelve eléctrico y golpea todo alrededor de los estúpidos trolls. Alawor dispara flechas hacia el otro extremo de la grada, alcanzando a algunos de ellos.A lo lejos, preparan una balista, que hiere al enano en su carrera. Consiguen escapar por uno de los portones de donde salieron los trolls, con suerte de encontrar un desfiladero estrecho, apenas una grieta entre dos secciones de montaña que recorre varios kilómetros, alejándose cadenciosamente de la montaña.
El grupo decide volver siguiendo sus primeros pasos, ante todo para recuperar sus armas ( esta vez, mejor acompañados ). Varios días después, planeando el viaje, consiguen hallar de nuevo la entrada a la Cima Hundida, y adentrarse en las cámaras de los oficiales. Esta vez deciden hacerlo bien. Rastrean la zona, hasta encontrar una docena de Uruks alardeando delante de Karatog su botín de guerra. En la pasarela principal, deciden montar una emboscada. Tienden dos trampas, al tiempo que vierten óleo sobre las salidas. Päriel musita las palabras élficas del fuego: << Naur Keleg Úr >> y de las palmas de sus manos salen esferas de fuego y rayos ígneos, mientras el resto dispara flechas hacia los oficiales. Alawor desenvaina y carga contra el comandante Uruk, furioso porque lo ve juguetear con su espada Aedrin. la contienda es feroz, ya la venganza más dulce aún.
El grupo recupera sus armas, y a continuación corren raudos hacia una posible salida. Tras muchos metros de caverna y gruta, siendo perseguidos por medio centenar de orcos, encuentran otro corredor, donde al fondo se encuentra una luz. -" ¡¡ aprisa !! " - sin embargo, no es exactamente una salida, sino.. la Arena de Gundabad.. un lugar donde se distraen y dan rienda suelta a sus perversiones violentas los moradores de la montaña. Una enorme área circular rodea el espacio, donde varios portones de madera aguardan una sorpresa: estúpidos trolls de las cavernas que usan para sus juegos. varios de ellos, al escuchar todo el tumulto, se enfurecen y son liberados, cargando en todas direcciones aunque la mayoría contra el grupo. Están rodeados y desde la altura les apuntan varias ballestas. El grupo decide probar suerte con escarpias y cuerda y subir por la pared hacia las gradas, aunque Dwalin no consigue escalar a tiempo y cae, siendo rodeado y golpeado varias veces, aunque sin heridas graves. Yiuru entonces se desliza de nuevo y tira del enano. tras varios intentos, con la carga de los trolls detrás y bajo una lluvia de virotes, consiguen subir a las gradas, mientras Päriel usa un sortilegio en el aire que lo vuelve eléctrico y golpea todo alrededor de los estúpidos trolls. Alawor dispara flechas hacia el otro extremo de la grada, alcanzando a algunos de ellos.A lo lejos, preparan una balista, que hiere al enano en su carrera. Consiguen escapar por uno de los portones de donde salieron los trolls, con suerte de encontrar un desfiladero estrecho, apenas una grieta entre dos secciones de montaña que recorre varios kilómetros, alejándose cadenciosamente de la montaña.
Han conseguido escapar de Gundabad.